top of page

Comida en Pamplona Nº1: "El cuándo comer es tan importante como el qué comer"

Me voy a atrever a decir que Estafeta es LA calle más importante de los pinchos (total ningún pamplonés va a ver esto, así que mis lectores tendrán que creer mi palabra). No los voy a aburrir de nuevo con historias de juevinxos (si le interesa infórmese acá) pero si voy a contar sobre el Pincho de Lagarto. Spoiler alert: no es de Lagarto de verdad.

El bar que los prepara se llama Bodegón Sarría y tiene una colección muy sexy de patas de jamón colgando por todo el techo. Este es el punto en que debería advertir que este post no es vegan-friendly. Fuimos con unos compañeros de erasmus específicamente a probar el pincho de lagarto, que había sido muy propagandeado por los que ya lo habían comido.

Nos atendió un señor español bien simpático, que me explicaba muy orgulloso su pinxo y me decía que sacara fotos para mandar a Chile. Yo muy responsable anoté lo que me contaba con propósitos blogueros, y él se quedó muy contento de que le tomara tanta atención.

Se le llama lagarto a un corte de carne de cerdo ibérico, que está entre las costillas y el lomo y que es muy sabroso porque tiene grasa (veganos ya fueron advertidos). Son como tiras de carne que las preparan muy crudas y jugosas, con sal gruesa encima y te la sirven acompañada de un trozo de pan, para untar en el juguito. Veredicto final: estaba bien bueno.

El problema es que mi paladar se ha ido refinando durante los años con todos los asados Sepúlvedas, entonces no lo encontré nada del otro mundo. Estaba rico, a mi me encanta la carne cruda y como dicen acá "un poco más cruda y estaría pastando". Pero la encontré super parecida a la carne de los sábados donde el Chini (que es exquisita). Quizás mi familia materna debería venir a ponerse con un bar de pinchos, porque los demás estaban alucinando con el lagartito y parece que es bien popular.

Conclusión: si vienen a Pamplona se los recomiendo, pero no como una visita obligada. Y si quieren comer algo parecido, que el Chini haga uno de sus asaditos, que no tienen nada que envidiarle al Bodegón Sarría.

Adyacente al Bodegón Sarría, en la misma calle estafeta está el Bar Estafeta, que son los que venden la bola, que es un pincho en forma de bola. Claramente lo de nombrar cosas no es lo suyo, pero no importa porque su especialidad es por lejos mi comida favorita de toda Pamplona. He preguntado varias veces el contenido de la bola, pero no me dan mucha explicación. Sé que es una especie de puré de patatas, con pimentón (y carne quizás?) frito y servido en forma de pelota del tamaño de una de tenis. Increíble, realmente rico. La consistencia es como puré de papas por dentro pero súper cremoso y con mucho sabor, y por fuera crujiente y bien aceitoso, ya me dio hambre. De todas maneras hay que probar la bola.


Otra visita obligada es la pastelería Beatriz, que también se ubica en la calle Estafeta. Pero aquí entramos en un dilema con el que vengo lidiando desde que llegué a Pamplona: La siesta.

Yo creo que no está bien ponerse a criticar la idiosincrasia de un lugar cuando uno es el extranjero, que se fue a meter ahí por decisión propia, pero es que los españoles me la ponen difícil. Así que me muerdo la lengua para no decir cosas como "¡Con razón están en crisis!". Queridos españoles, les tengo la solución a su tasa de desempleo del 23% ABRAN EN HORARIO CONTINUADO, no se vayan a dormir siesta a sus casas.

Son muy caras de palo, se enojan porque les ponen un Burguer King en el casco antiguo, pero a las 3:00 de la tarde es el ÚNICO lugar abierto y tiene hasta fila! Yo sé que vengo con la mentalidad chilena donde nos explotan como ganado trabajando de 8:00 a 19:00, y no lo justifico porque todo en exceso hace mal. Pero España debe ser el único lugar del mundo en el que los clientes quieren comprar y los dueños no quieren vender. Clases de Economía 101 urgente para la península por favor. Al parecer las reglas básicas del capitalismo no aplican en Pamplona. Me parezco a mi hermana hablando así (pequeña imperialista espero que estés orgullosa de mi).

En fin, digo todo esto porque llegamos a la pastelería Beatriz y por supuesto, estaba cerrada. Viniendo de una ciudad de 6 millones, a una de 250 mil habitantes, a veces es difícil acostumbrarse al ritmo, y para mí lo más difícil ha sido la siesta. Toda la ciudad se muere de 2 a 5, pueblo fantasma. Si van a salir a dar una vuelta, háganlo con el hit de los 80 de Cheap Trick, Ghost Town que nunca estuvo más apropiado. Los domingos para qué decir, desde los malls hasta los supermercados, todos cierran.

Aún así le voy a hacer una mención honrosa a los garroticos de la Beatriz, porque los he probado antes y son una adicción. En realidad se llaman garrotes, pero es típico de Pamplona ponerle terminación "ico/ica" a las palabras (motivo de risa para el resto de los españoles). Es una masita de hojas, rellena de una especie de chocolate bien cremoso. Generalmente te los dan calientitos recién salidos del horno, porque venden tantos que tienen que hacer sin parar y entonces el chocolate te chorrea por todos lados, maravilloso. La pastelería tiene filas de 20 minutos con gente que lo único que quiere son sus garroticos (imagínense si abrieran en la tarde). El local es chiquitito, un mesón con una pesa, porque venden los pastelitos por kilos, y atrás del mesón miles de pasteles, galletas, quequitos, tortas, kutchens, donas, en fin, el paraíso. No pude adjuntar fotos por los motivos previamente mencionados, pero me sacrificaré por mi audiencia y volveré por garroticos para que se hagan una idea del negocio y de la comida.

A medida que siga probando comidas ricas de Pamplona, voy a seguir comentándolo en el blog. Ya estoy bien dateada por mis compañeras de piso, así que se vendrán post de tortillas de patata, y pinchos de mejillones, entre otros.


Por ultimo, gracias por los dos primeros comentarios del blog, me sentí una celebridad.



bottom of page