El domingo fuimos a un paseo por el día; durante la mañana a Olite y en la tarde a Foz de Lumbier. El viaje lo organizaban la Asociación de Erasmus de Pamplona (AEP). Esta se compone por un grupo de estudiantes que se fueron de intercambio en algún momento, y que ahora volvieron y quieren ayudar a alumnos internacionales que vienen a la UPNA. Son básicamente pura gente buena onda, que les gusta el carrete y quieren compartir con nosotros las bondades de Pamplona. Además, han vivido las penurias y dificultades de irse a estudiar a otro país, y quieren alivianarnos la carga, que tiernos. Al contrario de lo que cree mi papá, si hay gente buena y desinteresada en el mundo.
Olite es una "ciudad" enana, según yo le alcanza para pueblo no más. Queda a 30 minutos al sur de Pamplona. Es muy bonito, está en medio de la nada, rodeado de cerros y campos muy verdes. Más que conocer el pueblo, lo que hicimos fue visitar el palacio. Se supone que en algún momento fue muy lujoso, y alojaba a los reyes de Navarra. Pero después de varios saqueos y un incendio intencionado en el siglo XIX, quedó en ruinas. Ahora está restaurado, pero es difícil imaginarse que alguna vez fue tan ostentoso. Es enorme, eso sí, pero todo de piedra fría y vacío. No lo estoy mirando a huevo, para nada. El palacio es gigante e imponente, muy impresionante, lindo y bueno para sacarse fotos bonitas. Quizás el problema es que lo único en lo que puedo pensar cuando recuerdo Olite es en el viento. Varias de las personas que estaban ahí nos dijeron que era un muy mal día para visitar el palacio, pero bueno que le íbamos a hacer, si uno no elige el clima (si pudiera hace rato habría parado la lluvia). El viento era tan fuerte que sentías que te empujaba, te congelaba la cara y te dolían los oídos. Imposible abrir los paraguas, así que terminamos todos mojados. No es por exagerar, pero creo que está en el top 3 de los momentos en que más frío he sentido en mi vida. Y ese no es uno de mis rankings favoritos.
Después de la visita, fuimos a almorzar. Obviamente pinchos y vino, que estaban exquisitos y el calorcito me alegró el alma. Además yo me había llevado un sandwich, que me comí cara de palo en el restaurant (si quiere comprender más a fondo mi nueva faceta ahorrativa, lea el post anterior, haciendo click aquí). Pero todo lo bueno se termina y volvimos a salir al frío, esta vez para ir a Lumbier. Foz de Lumbier es como una especie de cañón, erosionado por un río. Hermoso, como pueden ver en las fotos, que espero le hagan justicia. Pero de nuevo con un viento insoportable. Hicimos una caminata por entre las rocas, bordeando el río, que tenía un color turquesa precioso. La verdad, es que quiero volver cuando sea verano, porque sé que voy a poder disfrutar mucho más con un poquito de sol, que tanta falta me hace.
Sorry si suena a que me quejo mucho, no quiero ser determinista pero si creo que el clima tiene una gran influencia en las personas. Y a mí no me está influenciando de manera muy positiva.
Igual estoy contenta de haber ido, siempre es bueno conocer nuevos lugares. Además el grupo de intercambio es súper motivado y lo terminé pasando muy bien. Raya para la suma (como dice mi agüe) todo muy bello, todo muy frío.