Hoy se cumple un mes exacto desde que me vine a vivir a España. Pensé hacer un recuento de lo que yo considero logros de estar viviendo sola. Es que antes de hoy, nunca había estado tanto tiempo lejos de mi casa, y de mi familia (mamona). La verdad es medio contradictorio. Por un lado, se me ha pasado rapidísimo y no siento que sea ya un mes. Por otro, es como si estuviese en Pamplona desde hace mucho tiempo y me siento muy a gusto aquí.
Lo primero es la soledad en sí. En general aquí en mi piso estoy siempre con alguna de mis compañeras, dos de las cuales son bastante ruidosas, así que me siento bien acompañada, además son super simpáticas. Pero los fines de semana ellas vuelven a sus casas (especulo que van con el único propósito de buscar tupperwares, porque vuelven llenas de comida casera, envidia). Esos días, me quedo de dueña del departamento y la verdad es que lo disfruto mucho. Ha sido inesperadamente liberador tener todo el piso para mi sola. Por lo tanto, así como sola sola, no me siento.
Lo segundo es empezar la universidad. Si inscribir ramos y empezar el semestre en mi propia universidad no es fácil, se me hacía que venir a una en el otro hemisferio iba a ser mucho peor, pero no. Me hice amigos desde el primer día entre los compañeros de intercambio, lo que instantáneamente te alivia el peso de estar en un lugar desconocido. Además mis compañeras de piso me ayudaron a inscribir ramos, y me dijeron qué profesores son mejores, que horarios me convenían etc. Tuve mucha suerte.
Los ramos por ahora, no me parecen nada de difíciles. He notado que mis pares españoles son cero participativos en clases, y a mí me cuesta un poco quedarme callada cuando sé las respuestas. El resultado; soy un poco la perna del curso, y a mucha honra.
Por último, son todas las cosas cotidianas a las que uno no está preparado y que se aprenden en la marcha. En mi casa en Chile yo cocino de repente, y a veces acompaño a mi papá al supermecado, pero eso es totalmente distinto a TENER que cocinarte y TENER que ir al supermercado. Al principio me costó elegir qué comprar, y cuánto de cada cosa. Luego cuando cocinaba, nunca le achuntaba a las porciones. Honestamente esa parte todavía no la domino, la semana pasada comí arroz de lunes a jueves, dos veces al día. Pero bueno, en alguna futura actualización espero haberme superado.
Ahora entiendo a mis papás, cuando la plata es de uno pucha que duele gastarla. Yo me como las hojas malas de la lechuga y el pan de molde aunque se queme. Cuando estoy en el super, hago estudios de mercado de todo lo que compro y comparo precios por litro y por kilo. Si dice que cuesta un euro, se va directo a mi carrito. Así he terminado con medio kilo de cereales en mi despensa, que me van a durar quizás todo el semestre. También con seis paquetes de noodles instantáneos, que estaban 3x2. Todo sirve.
Por ahora, lo único que me queda es enfrentar futuros desafíos, los que son: Comer un poco más de proteínas, como la carne es más cara que las verduras, ahora soy casi vegetariana de nuevo (a la fuerza, no por gusto). Acostumbrarme a este clima que por ahora, me tiene de muy mal humor. Asumir que va a seguir lloviendo por otros dos meses más. Viajar a otros países sola. Lavar ropa más seguido.