Roma y Venecia seguían siendo las mismas ciudades la segunda vez que fui, pero para mí se transformó en una experiencia totalmente distinta.
Esto por dos motivos principales; primero la compañía y segundo el clima. Ahora visitaba estas dos ciudades con mi hermana y mi mejor amiga de erasmus, lo que es un gran cambio comparado con el grupo anterior que fui. No es que los otros hayan sido un mal equipo, pero no tenían una fanática de los citytours entre ellos, que investigaba los horarios y nos inscribía por internet. En realidad viajar con tus mejores amiga/hermana no se compara con nada. Por otro lado, ver Italia en verano es hermoso, y yo cada vez tenía mas dificultades para controlar mis ganas de tirarme a un canal imaginándome que estaba fresquita el agua. Las ganas eso sí se me pasaban solas cuando veía la basura flotando entremedio.
Hacía un calor increíble tanto en Roma como en Venecia, y aunque a veces era un poco agobiante, es muy entretenido turistear en verano, con shorts y polera, y con el ambiente de las ciudades que están recibiendo buen clima por primera vez en el año. La gente tiene esa vibra veraniega con ganas de disfrutar que hace el ambiente muy agradable. Además, en los Airbnb teníamos aire acondicionado así que estábamos flor. Otro factor importante, es que en Europa no existe lo del acoso callejero que tan instaurado tenemos en nuestra latinoamericana sociedad. Por lo tanto, a diferencia de Santiago, yo podía ponerme realmente lo que quisiera, sin tener que hacer la reflexión antes de salir de si los viejos en la calle me van a atacar o no según lo que esté usando. Eso implica que mis fotos del recuerdo son con outfits bellos y descubiertos (siempre manteniendo la moral y las buenas costumbres, por supuesto)
En Roma tomamos dos tours, con una agencia que dejaba mucho que desear, sobretodo después de compararlos con los tours de Berlin y Budapest. Yo ya me sentía con suficientes conocimientos sobre city tours y me autoconsideraba una crítica con fundamentos, por lo tanto puedo decir que los de Roma eran malitos en cuanto a energía del guía, disponibilidad para responder preguntas y amabilidad. Pero bueno, aún así aprendí cosas que nunca supe la vez anterior.
El Coliseo también lo vimos en un tour, con un guía que se creía Indiana Jones mostrándonos los secretos del Coliseo perdido. Para mí era un poquito charlatán, de esos que saben un poco de todo, pero de nada mucho. El tour se hizo eterno, y el falso Harrison Ford tenia un claro problema de verborrea, usándonos a nosotros de audiencia. Debe ser el trabajo perfecto para alguien que no puede parar de hablar. Lo bueno eso sí, es que entremedio igual nos daba datos interesantes y reales. Si yo tuviera que hacer una recomendación, diría que es mejor entrar al anfiteatro/arena romana con guía, aunque sea latero.
Los lectores más comprometidos recordarán que tuve un episodio bien emocional en mi entrada a Venecia. Ahora ya estaba más preparada, pero para mi hermana era la primera vez, y al igual que yo, lloraba y lloraba al ver por primera vez la ciudad. Y luego de considerarme una exagerada, no le quedó otra que empatizar conmigo, y otorgarme el placer de decir "te lo dije". Volvimos a visitar la casa de los nonos, y también entramos a la iglesia que está al lado, que era hermosa y estaba llena de pinturas muy grandes.
El departamento que arrendamos estaba muy cerca de Santa Croce, y nosotras caminamos y caminamos todos los días por Venecia, y justo cuando yo ya pensaba que me había aprendido bien la ruta de vuelta, me topaba con una calle sin salida, o con un canal que no me dejaba continuar. Venecia es peor que el laberinto de Creta, y yo me sentía identificada con Teseo. Pero en estos tiempos modernos tenemos google maps, algo que los antiguos griegos no llegaron a conocer (Por suerte, o si no la historia sería mucho más come), así que cogíamos los celulares y seguíamos con el mapa.
Comimos excelente, como siempre, porque la verdad en Italia es imposible comer mal ¡Cómo no, si hay pizza en cada esquina! Yo la acompañaba con un Aperol para llevar de 2,50 euros (que lo vendían hasta en los kioscos es la calles) y me sentía plenamente feliz. ¿Y de postre? Gelato obvio. no importaba si ya estábamos llenas, porque como dicen por ahí: "la comida va al estómago, pero el postre al corazón"
Nota: luego de un llamado de atención de mi abuela, una falta de ortografía del post de Budapest ha sido corregida.