Hay una nube negra que cubre la ciudad de Berlín, no sólo climaticamente, si no que anímica también. La historia de la ciudad está super presente, y los berlineses se toman muy en serio el dicho "Un pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla".
La llegada desde Santander fue toda una odisea, porque había una tormenta eléctrica, entonces el vuelo se atrasó. Notras teníamos planeado llegar tipo 22:00 hrs. Pero a la 3:30 am recién pisamos suelo alemán.
Nos fuimos al piso de un amigo de la Monse (en este punto debería explicar que el grupo viajero lo constituimos la Monse, mi hermana y yo) que nos ha recibido for free, porque justo el se iba esa misma mañana a viajar por no se donde en Europa.
Entre pitos y flauta terminamos acostándonos tipo 4:30 am con todo los pajaritos cantando de fondo y el sol empezando a salir. Pero por supuesto que el cansancio no fue impedimento para que al día siguiente estuviesemos listas y dipuestas a las 10:00 am en Alexanderplatz para tomar un walikng tour. Nuestro guía era español y nos llevó por todas las partes importantes de la ciudad. En tres horas vimos el lugar donde estaba el bunker de Hitler, el memorial a los judíos, la puerta de Brandenburgo, la universidad de Humbolt, Checkpoint Charlie, algunas marcas por donde pasaba el muro, el ministerio del aire del Reich y hasta el balcón desde donde se asomó Michael Jackson y casi tira a su bebé.
Berlín tiene demasiada historia, y en cada lugar que pasabamos el guía nos daba un contexto y nos explicaba todo lo que había pasado. El casco antiguo prácticamente no existe, porque la ciudad fue bombardeada y destruida casi por completo. Los edificios que hay son todos muy cuadrados y de cemento, fríos y duros, un poco inhóspito.
Por el contrario, la gente es muy simpática, y hay muchos músicos callejeros y gente joven tomando cerveza y pasándolo bien.
Por la tarde tomamos otro tour, esta vez al muro de Berlín y la guía era muy maja y nos explicó mejor que cualquier persona todo lo que hay que saber del muro, desde los antecedentes hasta que se derrumbó, usando lo restos del mismo para ejemplificar.
A la Jose y a mí nos empezó a dar un agobio cada vez más grande mientras la escuchábamos. Es increíble todo lo que ocurrió en esta ciudad, tienen un pasado muy triste y lo respetan mucho.
Llegamos tipo 23:00 de vuelta al departamento porque pasamos a tomarnos unas cervezas por supuesto, ya que estamos aquí. Al día siguiente nuevamente tomamos un tour en la mañana, esta vez al campo de concentración y exterminio de Sachsenhausen, y una vez más, yo hice uso de mis conocimientos cinematográficos para imaginarme como había sido cuando estaba operando. Terrible por supuesto, es una sensación demasiado extraña estar parada dentro de las habitaciones que alguna vez fueron usadas por un pueblo perseguido y torturado. Me gustó mucho tener la oportunidad de conocerlo, pero al mismo tiempo sentía que no quería estar ahí.
Sachsenhausen está como a 30 minutos en tren desde Berlín, y todavía se conserva bastante bien, como la mayoría de las cosas en Alemania. Aprendimos muchísimo en el tour, que duró como 5 horas aunque al final ya estábamos muy cansadas y con un poco de pena. Nos devolvimos al piso después de la visita, no sin antes pasar por unas tiendas de recuerditos, porque mañana nuestro vuelo sale a las 6:00 am y ya no nos queda energía de reserva. Pero como yo no sé cuando volveré a tener internet, aprovecho de registrar nuestras aventuras ahora.
Nuestra siguiente para es Budapest, y estamos ansiosas por conocerlo, aunque no muy emocionadas de volver a viajar con Ryanair, que es la línea más barata de Europa y consecuentemente la más precaria. Lo importante en todo caso no es cómo llegamos, sino que dónde.