En la tarde, luego de nuestro rico almuerzo, partimos a Roma. Llegamos tipo 10 de la noche y estábamos con las hormonas todas revolucionadas por el hecho de saber que estábamos en una de las ciudades más importantes de Europa. Así que nos dimos una muy necesaria ducha y salimos de nuevo.
Esta vez los motivados fuimos una de las otras chilenas, yo y el único espécimen masculino del equipo. La verdad es que él era el más conmovido por Roma, onda al borde de las lágrimas. Pedimos un mapita en el hostal que nos fue muy útil y partimos caminando al Coliseo. Diez minutos después nos encontrábamos frente a una de las 7 maravillas del mundo moderno, y ninguno lo podía creer (yo puedo hacer check a la segunda maravilla de mi lista personal).
Fue super lindo poder verlo por primera vez de noche, todo iluminado y casi sin turistas. Muy diferente de cuando llegamos al otro día con unas filas enormes. Aunque debo decir que en Roma fuimos bien avispados, y compramos las entradas al Coliseo por internet en la mañana antes de salir, así que tipo 8:30 am ya estábamos en la fila corta, para las personas inteligentes de la era digital (básicamente milleniums) que habían hecho la compra online y que tenían sus tickets en el celular.
Sintiéndonos muy modernos pasamos por al lado de la interminable fila de visitantes (compuesta en su mayoría por asiáticos) y entramos casi directamente al Coliseo. A mí se me hace difícil imaginármelo como era hace miles de años, y no pude evitar pensar en películas tipo Gladiador, que aunque sea muy Hollywood igual ayuda a mi mente poco creativa a situarme temporalmente.
Dimos vueltas por todas las partes a las que podíamos entrar, y aunque no tomamos ningún tour, yo me informé bastante escuchando a guías ajenos fingiendo que estaba sacando una foto. Por cierto, las fotos son una parte importante del viaje porque van a ser recuerdos para toda mi vida. La memoria es frágil y para mí es importante recolectar evidencias de los hermosísimos lugares que he tenido la suerte de visitar.
Por supuesto que lo más importante no es la foto, si no la experiencia, pero yo no subestimo el poder de tener en digital los bellos recuerdos de mis viajes.
Menciono una vez mas que nuestro Italia-trip era bien express, así que llegó el momento de dejar el Coliseo (igual volvimos en la tarde) y partir al Vaticano.
Imagínense lo que es el Vaticano en Domingo de resurrección, ni Metallica junta tantos fans como el Papa. Así que después de mucho rato de filas y detectores de metales, pudimos entrar a la Piazza San Pietro.
Voy a admitir que mi crianza con un padre un poquito conspiracionista se evidenció en ese momento. Para mí era el escenario perfecto para que un "amigo" con poco amor por la iglesia católica y mucho resentimiento acumulado (el cual entendería perfectamente) hiciera de las suyas. Además que han habido una alarmante cantidad de atentados, con pocos muertos, en los últimos meses en París, Londres y otras ciudades importantes, siempre vinculados al islam. Eso según los medios de comunicación, que ya sabemos que la mayoría miente. Pero igual, a mi se me hacía que esos atentados eran como los temblores pequeños en Chile, cuando hay muchos seguidos uno no puede evitar pensar que se va a venir el más grande.
Claramente todo estaba en mi cabeza, y no pasó nada. Aunque ver las calles llenas de militares armados no ayudaba mucho. Eso es una de las cosas que me sorprendió de Italia, no era los carabinieri si no que las fuerzas armadas las que custodiaban los lugares importantes. Descubrí que pasar caminando junto a tipos con metralletas me pone super nerviosa. Normal o no?
Pero bueno, unos metros por encima de los tipos blindados hasta los dientes, así sin que nosotros lo esperásemos, aparece nada mas y nada menos que el Sumo Pontífice, dándonos la bendición en vivo y en directo y velando por la paz del mundo. Hablemos de contradicciones con el Pancho.
El Vaticano es precioso, y mucho más pequeño de lo que yo pensaba. La Piazza San Pietro es super linda, con todos esos pilares y encima lleno de estatuas de ángeles y papas y tipos seguramente muy importantes y beatos que te miran desde arriba, porque claro, de que otra forma te van a mirar si son tan santísimos. Hicimos una fila más, no tan larga, para entrar a la Iglesia de San Pedro. Una de mis amigas andaba con falda y por eso no la querían dejar entrar. Yo estaba tan indignada que preferí darme media vuelta e irme, antes que adentrarme en una discusión en la que tenía todas las de perder, contra los sexistas guardias del Vaticano. Todo indica que esta ciudad es una burbuja no solo geográfica, si no que también temporal, porque no me explico cómo mantienen todavía estas reglas de hace dos siglos atrás. Al parecer, mientras tenga las rodillas tapadas, hasta Hannibal Lecter podría entrar a la catedral más importante de la religión occidental. Queridísimo Francisco, que tal si ordenamos nuestras prioridades.
Se me hace imposible resumir estos post, y eso que todavía me falta la parte antigua de Roma. Siento que van a abrir la publicación y se van a desalentar de solo ver la absurda cantidad de caracteres que tiene. Trataré de ser más concisa.