Para mí las capitales siempre tienen un aire distinto al resto de las ciudades. No es que me crea la gran viajera que se ha recorrido las capitales más importantes del mundo, pero en las pocas en las que he estado me han dado la misma sensación. Siempre más ruidosas, llenas de gente, siempre un poco más de miseria a la vista. Madrid tenía esa misma vibra, que yo ya estaba echando de menos, que ciudad más impresionante.
El viaje partía el viernes 3 de marzo muy temprano en la mañana, organizado nuevamente por la AEP. Eramos sesenta y tantos erasmus en el bus listos para conocer la capital, como la versión española de "yo vengo de San Rosendo a vivir a la ciudad". Antes eso sí, fuimos a Toledo, que queda en las afueras de Madrid . Nuevamente el tiempo no nos dejó disfrutar de lo que podría haber sido una bella ciudad. Cuando llegamos a Toledo, nos reunimos en el centro a comer una bocata antes de partir el tour. En ese momento yo todavía encontraba que las bocatas eran deliciosas y como tenía hambre me devoré con mucho gusto la mía, que consistía en pan bagette con pollo y queso, estaba super buena. Digo "encontraba" en pretérito bien-imperfecto porque después del quinto baguette lo único que quieres es tener una dieta gluten-free. Luego del almuerzo express partimos ahí mismo un tour de lo más moderno, en el que nos pusimos unos aparatitos en la oreja y la señora guía hablaba por un micrófono y todos la escuchábamos. Yo me preguntaba si así sería como escuchan mis abuelas que usan audífono, de lo más bien.
La mala suerte climática apareció de nuevo y se puso a llover estilo ducha en la mitad del tour. De verdad que no podíamos ni siquiera mirar los edificios porque la lluvia era torrencial. Yo estaba con una chaqueta a prueba de todo (mamá no te preocupes) así que fui una de las menos damnificadas, pero habían otros que quedaron estilando. Ni de chiste usar paraguas, el viento era tan fuerte que los daba vuelta así que nos rendimos.
La gracia que tiene Toledo es que está construida estilo laberinto. Claustrofóficos absténganse, no tienen opción en esa ciudad. Las calles no tienen veredas y son tan estrechas que solo cabe un auto a la vez. Cuando nos topábamos con uno teníamos que pegarnos a la pared tipo egipcio para que pudieran pasar. Yo no sé como manejan día a día, porque de verdad que en algunas partes los espejos de los lados estaban a punto de tocar las paredes.
En Toledo hubo una época en la que coexistieron judíos, cristianos y musulmanes, entonces hay mezquitas con nombres católicos e iglesias con influencias árabes. Tampoco se crean que era una época feliz, tipo "olvidemos nuestras diferencias y amémonos", a lo Michael Jackson "Black or white", pero existía el nivel de tolerancia mínimo como para que todos pudieran convivir.
Luego del fallido tour, nos devolvimos al bus y continuamos camino a Madrid. Salimos de fiesta esa noche a una discoteque enorme de siete pisos. Al día siguiente cuando salimos a recorrer la ciudad, todos con altos niveles de resaca. Pero no importa, dormir es para los débiles y nosotros con 3 horas de sueño estábamos listos para Madrid.
De esa forma empezó el sábado, que fue mi día favorito. Luego de un tour improvisado hecho por los mismos compañeros españoles, teníamos tiempo libre para almorzar y pasear, antes de juntarnos para ir todos al Museo del Prado. Yo me las di de cultural y partí con unos amigos al museo Reina Sofía. El grupo lo conformábamos dos entusiastas por los museos (un peruano y yo) y una rusa y una mexicana para nada motivadas por el panorama (pero que fueron de todas maneras). El Reina Sofía es enorme, estuvimos horas y no lo pudimos recorrer entero, pero si pudimos ver la obra más impresionante que he tenido frente a mí en toda mi vida: Guernica. Es un mural enorme, jamás me imaginé que iba a ser así. Sin exagerar, se me puso la piel de gallina. Es que se me hace super raro ver el original de una pintura que tantas veces me ha aparecido en libros y fotos. En realidad fue todo el día así bien emocionante, porque pude ver las pinturas de Dalí, tanto las más surrealistas como la de la chica en la ventana. Lamentablemente todo lo bueno se acaba, así que tuvimos que irnos sin terminar de ver el museo completo (la rusa estaba feliz) para dirigirnos al segundo museo del día.
El Museo del Prado fue todo lo absolutamente opuesto a la decepción del de Zaragoza, y sí ¡Pude ver a la maja! Tenían un montón de Goya (creo que sus pinturas negras son mis favoritas) y también, entre las obras farándulas, habían varias de El Greco, Caravaggio y por supuesto las meninas de Velazques, con las que me acordé de mi agüe. Otra en mi lista de las top 5 "Niños en la playa" de Sorolla. Estaba fascinada en el museo, casi podía sentir como ganaba puntos mi capital cultural. No me juzguen por las fotos que tomé, que por supuesto estaban prohibidas, pero estoy súper comprometida con mi blog así que necesitaba registros fotográficos. Además en esta era tecnológica, si nadie lo ve, entonces no lo hiciste (algo así como posteo luego existo).
Después de todas las actividades culturales fuimos a comer a un restaurant atendido por gente muy estresada de tener a más de 60 comensales simultáneamente. Y ya con las energías recargadas, nuevamente salimos de fiesta. A estas alturas, considerando que el jueves nos fuimos de pinchos, la mayoría de nosotros había dormido aproximadamente 10 horas en los últimos 3 días. Pero juventud divino tesoro, ahí estábamos en otra discoteque pasándolo de lo mejor.
El domingo nos levantamos temprano y de nuevo salimos a recorrer, esta vez caminamos un par de horas, terminando el tour en el Palacio Real, que es hermoso.
Yo estaba cansadísima pero feliz con el paseo, y después de todo un día de hacerme la intelectualoide era momento de irse de shopping. A mi me parece importante mantener un equilibrio en la vida, no sólo de pan vive el hombre, así que me fui a alimentar mi espíritu, que al parecer es más capitalista de lo que yo pensaba. Tampoco me volví loca, si mi presupuesto para "irme de compras" está más limitado que el de país en guerra, pero siempre es entretenido vitrinear con las amigas, menos mal que no estaban mis amiguitas de Chile, porque sé que se volverían locas con las tiendas. Vitrinear también cansa, pero todo valdrá la pena cuando alguien en Chile me diga: que lindo tu abrigo! Y Yo use la maravillosa frase: Gracias, lo compré en Madrid.
*Actualización: Perdón por las faltas de ortografía en este post, ya fueron corregidas.