La AEP (Asociación de Erasmus de Pamplona, para los que no leyeron el post de Olite) organizó otro de sus viajes, esta vez a Zugarramurdi, por el día. Yo dije que quería ir antes de saber qué cresta era Zugarramurdi. Pero me quedé con las ganas porque los cupos se llenaron en la primera media hora desde que empezaron las inscripciones así que Zugarramurdi seguirá siendo un misterio para mí. Otros erasmus que también se quedaron con los crespos hechos, organizaron un viaje el mismo fin de semana pero a otra parte, así que me uní y terminamos en Zaragoza. Lo entretenido es que el sábado y domingo que recién pasaron eran los carnavales aquí en España, de ahí nuestra desesperación por ir a alguna parte y ver el carnaval.
El equipo de los rezagados lo conformábamos una chilena (quien les habla), dos peruanos y dos mexicanos así igual como cuando parten los chistes.
Zaragoza está como a 2 horas al sureste de Pamplona, y es mucho más grande que este pueblecillo con aspiraciones de ciudad en el que vivo ahora. La salida estuvo un poco accidentada, y casi nos perdemos el bus. No voy a entrar en detalles pero el incidente involucraban falta de sueño, una fiesta de disfraces la noche anterior y poco criterio por parte de mi amiga mexicana. Lo importante es que alcanzamos a subirnos y partimos con destino a Zaragoza.
No se muy bien como describirlo, en palabras del tata: bonito. Fuimos al centro de la ciudad, que tiene una catedral muy grande y bella que se llama Iglesia del Pilar. Mejor vean la galería de fotos para que se hagan una idea porque la descripción a mí no se me da.
Caminamos muchísimo y estuvo muy bien, porque esa es la mejor forma de conocer una nueva ciudad. Comimos pinchos of course, y yo rompí mi propia regla y pedí uno de morcilla, que ya había probado antes (y mencionado en un post anterior). Menos mal que soy media porfiada, dura de mollera como diría mi mamá, y me cuesta hacer caso a las reglas, porque este pincho tenía un ingrediente inesperado; QUESO, mucho queso derretido. Quiero detenerme un momento aquí. Ustedes que me conocen, saben que mi amor por el queso es irracional y sin precedentes. Ahora piensen que el queso entra en la categoría de lujos cuando yo estoy haciendo mis compras semanales, por lo tanto no lo comía hace mucho tiempo. Así que cuando me traen mi plato y veo como chorreaba el queso por encima de la morcilla casi me desmayo. En la galería más arriba hay una foto del pinxo pero no se ve muy bien, porque la verdad no me detuve a hacerle una sesión fotográfica y me lo devoré, maravilloso.
Por último, fuimos al museo de Goya, pero me sentí un poco estafada. A ver, igual me culpo a mi misma por la decepción, porque no sé en que momento de delirio se me ocurrió que la maja iba a estar en el museo de Zaragoza. Obvio que no, pero yo leí Goya y me emocioné tanto al imaginarme frente a sus cuadros famosísimos, que no me detuve a pesar que se merecen estar en museos un poquito más concurridos que este. Igual había un autorretrato por ahí, además de una pintura de Guayasamín, que fue una agradable sorpresa. En realidad el museo tenía varias obras de Goya, y muchos de sus grabados, no lo estoy mirando en menos. El problema fue el clásico "expectativas vs realidad", y yo fijé las mías un poquito altas.
El carnaval es una especie de desfile, algunos van con ropas "típicas" españolas y otros disfrazados de cualquier cosa. Nada del otro mundo, cierran algunas calles y la gente pasa por ahí. Igual estuvo entretenido pero no nos paramos mucho tiempo a mirar.
Ya en la noche tomamos un autobús para irnos al terminal de buses. En el camino yo vi una tienditas de curros y obligué a todos a parar porque se veía buenísima, así que comimos churros y nos devolvimos contentos, cansados y con la guatita llena.
*Las fotos las pueden ir pasando, son diapositivas. Si ponen el mouse encima les sale una pequeña descripción.